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Hasta para seguir disputando su derecho a ser libres, miles de asambleas de barrio han optado por su democracia. No la que les gusta a los operadores de Miami, ni la que quiere el Departamento de Estado, sino la que quiere el pueblo venezolano en pie de lucha contra la pobreza intelectual severa de las derechas o su mala fe que son un crimen de lesa humanidad.