La lucha por alcanzar una democracia radical, profunda, humanista y la universalización de los derechos fundamentales

La revolución que queremos es la revolución de la paz, la revolución de una democracia radical y profunda, la universalización de los derechos fundamentales y de un humanismo fundado en la dignidad humana y en un pacto político como el de la Constitución del 91, que se traduzca en un Estado social de derecho real, en el que todos hallen las condiciones para buscar la felicidad.

En este mundo de la política y en la vida cotidiana, uno suele encontrar personas que dicen: ¡yo alguna vez, por allá hace muchos años, también fui de izquierda! Con el tono aleccionador y altivo de quien ha alcanzado la sabiduría como producto de una larga experiencia, pretenden que solo quien ha renunciado al intelecto puede seguir creyendo en los ideales de la igualdad y la equidad. En realidad, el factor común de esta gente es que una vez que consideran que han “triunfado en la vida”, dejan de ser de izquierda para poder encajar divinamente bien en la sociedad de los privilegios contra la que alguna vez lucharon.

La verdad sea dicha, estas personas nunca fueron de izquierda. Solo añoraban poder alcanzar a título individual un lugar en ese mundo de frívola opulencia que siempre han deseado conquistar y cuya legitimidad, en realidad, nunca cuestionaron.

Otros, en cambio, habiendo nacido en medio del poder o habiendo alcanzado el mundano “éxito”, toda una vida siguen luchando por la construcción de una sociedad más justa, en la que no haya lugar a la exclusión, a la inequidad, a la explotación. Esa seguramente si es la diferencia entre “rebeldes y revolucionarios”.

José ‘Pepe’ Mujica

Esta diferencia capital, entre rebeldes y revolucionarios, entre aquellos cuya única ideología es el oportunismo y aquellos para quienes la valentía, la determinación y la fidelidad a sus principios es la marca de toda una vida, se entiende mejor con un ejemplo.

Hoy, a sus 88 años, el expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, sigue siendo un modelo de tenacidad y coherencia en la lucha de toda una vida, lejos de las tentaciones de la riqueza y el poder, por caminar hacia un mundo más humano, más empático, más acogedor y luminoso. Su historia es la de un eterno revolucionario, que sabe que el principal combate es el que se libra contra aquello que la sociedad ha querido hacer de uno y que solo se gana con amor e inteligencia, en un trabajo incesante y colectivo de diálogo, acción y camaradería. Incluso hoy, asediado por el cáncer, su respuesta es la luz y la voluntad de ser faro en medio de la noche.

Gustavo Petro

En Colombia necesitamos más revolucionarios como Mujica, o como el presidente Petro a quien con una permanente campaña mediática en contra, le quieren impedir gobernar. La revolución que queremos es la revolución de la paz, la revolución de una democracia radical y profunda, la universalización de los derechos fundamentales y de un humanismo fundado en la dignidad humana y en un pacto político como el de la Constitución del 91, que se traduzca en un Estado social de derecho real, en el que todos hallen las condiciones para buscar la felicidad.

Cielo Rusinqui Urrego

Fuente: @cielo_rusinque / Cronicón, 12/13 de mayo de 2023

Editado por María Piedad Ossaba