Milei en modo 007, con licencia para matar: ¿Y ahora quién podrá defendernos?

El punto nodal de desencuentro entre esta perspectiva y la de quienes se aferran al imperativo de construir un partido revolucionario a la vieja usanza, consiste en suponer que la misma renuncia a aceptar que tarde o temprano existirá un ineludible punto de inflexión. En otras palabras, venceremos. Y no es lo fundamental quién llegará a verlo.

Mientras Argentina se vio aislada en la OEA por sus objeciones a la agenda de DDHH, Seguridad y Género que la Asamblea General trató en Asunción – dado que el gobierno de Javier Milei dio un giro ideológico respecto a la posición habitual del país que causó malestar en el foro regional y un inesperado roce diplomático con las representaciones de Estados Unidos y México -, pese a la recomendación contraria del FMI, en su gira europea el Jefe del Ejecutivo reiteró que la competencia de monedas incluirá el cierre del BCRA. Como se recordará, el organismo opina que la entidad central debería tener un rol de prestamista de última instancia y de manejo de liquidez. Sin embargo, Milei reiteró que la emisión monetaria será declarada “delito de lesa humanidad”. Paralelamente, el Primer Mandatario puso límite a su política de delegación de responsabilidades, involucrándose en la defensa de la Ley Bases y en la reconfiguración de su equipo económico. La pulseada parlamentaria instó a Pichetto a armar un interbloque con los diputados de los gobernadores, reuniendo así 25 bancas entre cordobeses, misioneros, salteños y rionegrinos. A continuación, esperan recuperar a los lilitos para constituirse en una nueva opción “de centro”. Así, en medio de grandes tensiones dentro y fuera del recinto, el Congreso aprobó una emparchada versión de ese plexo legal, que dará herramientas al Ejecutivo para avanzar más rápido con su programa, en el marco de la expectativa por la salida del cepo. Ahora no hay más excusas. Ya cuentan con su ley madre. Milei tiene que viajar menos y comenzar a gobernar. Su equipo celebra victorias pírricas en un contexto de fines de semana largos que dan cuenta del colapso de la industria turística, solo por citar un indicador clave de la estrategia oficial destinada a garantizar la baja de la inflación al costo de planchar el consumo. A ello se suman los intranquilizadores datos del INDEC: El PBI cayó 5,1% interanual en el primer trimestre de 2024, con 115% de inflación acumulada en 6 meses. La desocupación creció al 7,7% también en el primer trimestre de 2024, y se prevén 50.000 nuevos despidos en el Estado. En el ámbito gremial, antes de decidir qué hacer si el Gobierno formaliza alguna invitación a dialogar, la Confederación General del Trabajo avanza en una resolución mucho más compleja: tratar de resucitar el diálogo interno para impedir que se formalice la fractura de hecho que existe en su seno entre dialoguistas y moyanistas-kirchneristas. A ese respecto, Pablo Moyano afirmó que, a pesar de las operaciones, la conducción de la central obrera no se va a dividir. Además, pidió organizar al peronismo para ser alternativa de gobierno. Para el referente del Sindicato de Camioneros, lo importante de las manifestaciones en curso es que el 90% del Consejo Directivo de la CGT se moviliza y calificó como “lamentable” la aplicación del protocolo anti protestas implementado por el Ministerio de Seguridad. Como gesto de distensión ante sus pares, resolvió no movilizar mientras se debatiera en Diputados. Una pena.

La Libertad Avanza como correlato local de la insatisfacción democrática global

Al evidente repliegue gradual del imperialismo norteamericano, buscando consolidar una retaguardia en su “patio trasero” que le permita rearmarse ante la avanzada multilateralista, se han sumado en las últimas horas dos nuevos y dramáticos episodios regionales. El envío por parte de Kenia de alrededor de 1.000 efectivos militares a Haití en misión multinacional supuestamente humanitaria y respaldada por la ONU, maniobra que, acorde a los embates que viene sufriendo el país caribeño, no consigue disimular su cometido abiertamente colonial. Y el – afortunadamente conjurado – intento desestabilizador de un sector faccioso de las FFAA bolivianas, sospechado de autogolpe tendiente a incrementar la popularidad del Presidente Arce ante el riesgo de retorno al gobierno de su actual contrincante, Evo Morales Ayma.

A vuelo de pájaro, con escasas excepciones – como ocurre en Asia con el marxismo de mercado chino, que se ufana de haber resuelto el problema de la pobreza estructural y estar bregando porque sus 50 millones de ricos acorten la distancia que mantienen con el resto de la población, o en nuestro continente con el auspicioso panorama que abren las últimas elecciones en Méjico -, puede afirmarse que gran parte de la humanidad ha ido perdiendo la esperanza de que los regímenes democráticos resulten compatibles con el ejercicio de la Justicia Social, lo que, entre otros indicadores, se verifica en la creciente deserción electoral que se experimenta allí donde mantiene vigencia acudir a las urnas, tanto como la absoluta falta de entusiasmo en el ejercicio del voto por parte de los sectores de la población que conservan alguna expectativa en que esa herramienta sirva para producir algún cambio.

En tal contexto, las nuevas derechas, lejos de anunciar un nuevo mundo, dan cuenta del agotamiento del viejo, que urge transformar mediante un shock de imaginación política, que por ahora demora en producirse.

La importancia geopolítica estratégica de la amplia extensión territorial que ocupa en el Cono Sur, y su tradición histórica de territorio insurgente, han convertido a la Argentina en obstáculo potencial para la consolidación de un proyecto de dominación que intentará – por medios sanctos y no tanto – balcanizarla para poderla someter a su total arbitrio. 

Y una “oposición” bastante anómica dista de aportar liderazgos, o siquiera discursos que pongan realmente en jaque el dificultoso pero decidido avance del oficialismo local, verdadero ariete del eje anglo-norteamericano-sionista en plena ofensiva.

Así, salvo por las dispares iniciativas que viene tomando la central obrera, el Gobierno parece estar jugando un partido de fútbol en el que su equipo contrario deja el arco prácticamente libre.

Se ha repetido hasta el hartazgo pero, ante la tentación de la desesperanza, vale la pena reiterar que si una troupe de desquiciadxs integrada por un ex panelista televisivo, una tarotista, una periodista sin mayor experiencia de gestión a quien se le confía la gestión de un Súper Ministerio, un as de la timba financiera, una cosplayer influencer a cargo de la Comisión de Ciencia y Técnica de la Cámara de Diputados bonaerense, y una granja de trolls… tiene a su cargo el destino de la Nación, eso ocurre más a causa del desatino de quienes lxs precedieron en la administración del Estado que por mérito propio. Y tal constatación hace que, al menos hasta que nuestro pueblo sea capaz de gestar una alternativa superadora, a la hora de solucionar semejante desastre, la responsabilidad recaiga fundamentalmente sobre la dirigencia política.

Para la militancia popular nunca ha sido tan urgente barajar y dar de nuevo

Frente al escenario descripto, desde luego que no basta con poner en cuestión a los partidos políticos tradicionales. También corresponde revisar el modelo de funcionamiento de las desprestigiadas organizaciones sociales, tanto las más estatalistas como las que han venido integrando el dinámico movimiento piquetero, hoy impugnadas por una prensa hegemónica que las ha señalado hasta el hartazgo como responsables de medrar en su favor con los menguados recursos que la asistencia social proporcionaba a sus bases.

En más de una ocasión se ha señalado que las nuevas derechas han advertido el agotamiento de los paradigmas que campearon durante el Siglo XX con mayor precisión que las izquierdas, cuyo discurso suena a viejo y su acción – como la de un perro que ladra, pero no muerde – a meramente testimonial.

Es menester que, sin renunciar a programas verdaderamente transformadores, la militancia en pleno del campo popular privilegie su arraigo a la base territorial de la Argentina Profunda, economizando presencia en los centros metropolitanos para reservarla a las grandes batallas que el común de la sociedad considere decisivas. Solo en el hondo magma del pueblo es posible refundar miradas, reformular expectativas, y replantear modelos organizativos que, sin ignorar tradiciones de lucha precedentes, ya no dependan de “viejos sabios” que acumularon experiencia en contextos sumamente diferentes.

Si se acepta que en toda latitud viene haciendo estragos la sobredependencia de líderes o lideresas carismáticxs que, al cumplir su ciclo resultan difícilmente reemplazables, parece más imperioso redoblar esfuerzos en el estudio y la formación de cuadros que dar el presente en las incalculables convocatorias que tienen lugar a diario. En la mayoría de las organizaciones populares se muestra imprescindible generar segundas y terceras líneas de recambio dirigencial, ya que nada es más revolucionario que conducir sin crear dependencia, con la plena conciencia de que será imposible sostener ese rol eternamente.

Sin caer en prescripciones difíciles de consensuar, faltaría a la verdad suponer que no existen valiosas expresiones de pensamiento crítico acordes con el tiempo que nos toca afrontar. Las de Ofelia Fernández, las del equipo de investigación política de la Revista Crisis, las de Mayra Arena, las de los conversatorios con Alejandro Horowitz Diego Sztulwark convocados por Daniel Tognetti para cada miércoles en el programa Siempre es hoy de AM530 Radio con Vos, o las de Leila Bechara – por citar solo algunas – son sumamente enriquecedoras y dignas de tomarse en cuenta. Desde luego, hay otras.

Lo micro y lo macro en un nuevo ciclo de lucha emancipatoria

La histórica puja entre los pueblos y las oligarquías demanda atender quién mueve su pieza en el gran tablero de esa lidia y cuáles son las consecuencias de dicho movimiento, para ensayar miradas de largo aliento. Ejemplo: Si era fundamental condicionar el tratamiento de la Ley Bases en la Cámara Alta, donde la oposición tenía más chances de acotarla, queda claro que el panorama era parlamentariamente más adverso en la Cámara Baja. Nadie dudó, por ende, que en el primer caso correspondía “tirar la casa por la ventana” para colmar la Plaza de los Dos Congresos, dejando en claro al país y al mundo entero que ese plexo legal no cuenta con el beneplácito de una mayoría del pueblo argentino. No obstante, aunque el retorno del paquete a Diputados haya generado la idea de que la suerte ya estaba echada y este se aprobaría con grandes modificaciones, aun no estaba dicha la última palabra, y el campo popular llegó desmovilizado a dicha instancia. Se torna sumamente difícil desvincular eso de la cacería lanzada por el Ministerio de Seguridad durante la jornada del 12/6. La contemos como la contemos, aún hay cinco compañerxs presos, y desde el Siglo XIX el poder ha dejado en claro clavando la cabeza del “Chacho” Peñaloza en la pica de la riojana Plaza de Olta que, si hubo uno, bien puede haber más decapitados. El terror también hace metástasis. Conviene meditarlo. No para flagelarse, sino para no dar tanta ventaja a los canallas.

El 12 de noviembre de 1863 el “Chacho” Ángel Vicente Peñaloza fue asesinado luego de levantarse en armas contra el centralismo porteño que orientaba el general Bartolomé Mitre luego de su victoria en Pavón.

Hoy por hoy puede considerarse que el enfrentamiento entre esos dos bloques históricos manifiesta una suerte de equilibrio inestable, en la medida en que ninguno ha conseguido aún imponer definitivamente su proyecto sobre el otro. Sin embargo, un signo crucial de este momento motorizado por La Libertad Avanza – Ley Bases, retorno de Ganancias, y flexibilización laboral mediante – probablemente sea la inauguración de la era post peronista del país, lo que en modo alguno supone la derrota estratégica del campo popular, pero sí una mayor vulnerabilidad del mismo, dada la perspectiva de un grado de precarización social sin precedentes.

Manifestantes caminan por una calle llena de piedras cerca del Congreso durante las protestas contra el gobierno de Fernando de la Rúa, el 20 de diciembre de 2001. Foto: AFP

En tren de seguir sacando conclusiones de la lucha, si refrescamos el rol jugado por nuestro pueblo durante las jornadas del 19 y 20 de Diciembre de 2001, en que fuimos capaces de desalojar del gobierno primero a un Ministro de Economía que ha cubierto en democracia las espaldas de quienes hicieron pingües negocios durante la dictadura genocida y luego a un presidente inepto y sanguinario, deberemos aceptar que nada sería más democrático que desalojar a un gobierno autocrático y cruel como el de Milei. Sin embargo, la mayor parte de la militancia no lo ve así. Houston: Estamos en problemas…

Domingo Felipe Cavallo, ministro de Menem y De la Rúa, quien impuso el Plan de Convertibilidad. Javier Milei propone hoy la dolarización elogiando al creador del fiasco del 1 a 1.

Se impone en consecuencia revisar la radicalidad de las nuevas derechas contrastándola con la moderación de las izquierdas. En esta etapa las encarnaciones políticas del poder oligárquico han decidido ir por todo, y llevan adelante una estrategia de tierra arrasada, mientras que las de lo popular parecerían limitarse – como escarmentadas de sus audacias del pasado – a defender la institucionalidad democrática (!)

Tal vez sea hora de revisar la capacidad de incidencia en la realidad de la movilización popular, que ni en los casos en que resulta más numerosa ha conseguido modificar sustancialmente los mandatos del poder.

La vasta experiencia del movimiento piquetero, que demostró con creces ser el sector más dinámico de la etapa anterior, dejó como uno de sus saldos el de que, aun siendo cada vez más en la ocupación del espacio público, eso resultó insuficiente para poner freno a las políticas oficiales.

Puede entonces que haya llegado el momento de incorporar a esa movilización popular nuevas formas de acción directa. Por lo general, una escucha prejuiciosa supone que hablar de acción directa remite necesariamente al recurso de la violencia. Aunque su monopolio por parte del Estado sea a todas luces arbitrario, hay muchas formas de intervención sorpresiva – como el acto relámpago – capaces de reverberar ante la opinión pública.

Lo único cierto, en todo caso, es que repetir viejas fórmulas ante nuevos dilemas solo reporta frustración. Y en el actual contexto no podemos permitirnos esos lujos.

Si no se encara con cortedad de miras, construir comunidad en el terruño de residencia dista muchísimo de las teorías micropolíticas que circularon desde el Norte Global a principios de este siglo, en la palabra de Toni Negri o Michael Hardt. Sobre todo, si su norte consiste en crear poder constituyente, como lo han ensayado en sus respectivos contextos la Revolución Bolivariana o el confederalismo kurdo.

El punto nodal de desencuentro entre esta perspectiva y la de quienes se aferran al imperativo de construir un partido revolucionario a la vieja usanza, consiste en suponer que la misma renuncia a aceptar que tarde o temprano existirá un ineludible punto de inflexión. Sin embargo, nadie es tan ingenuo al respecto ni sueña con que un buen día el poder se despertará cercado por nuestro trabajo de hormiga y entregará las armas. Se trata pues de un impostergable debate entre el asalto al Palacio de Invierno y la revuelta, fenómeno de larga tradición histórica en nuestro país, incluso desde antes de las Guerras de Independencia.

Nada más distante pues que tratarse de una resistencia pacífica en términos gandhianos. La orientación expuesta se propone transitar sin más desde las asambleas vecinales actuales, dosificando la movilización multisectorial hasta cambiar la hegemonía social en favor del pueblo, a una futura e imprescindible Asamblea Plurinacional Constituyente. Y, entre una cosa y otra, siempre hay disrupción. Al menos para quien cree en la dialéctica de la acción.

En otras palabras, venceremos. Y no es lo fundamental quién llegará a verlo.

BLOG DE JORGE FALCONE / UNA MIRADA CRÍTICA SOBRE EL ACONTECER NOSTRAMERICANO

Jorge Falcone para La Pluma
La Gomera de David, 29 de junio de 2024
Editado por María Piedad Ossaba